Yucatan Living

Tarde en Yunkú

2 October 2005 CULTURE, Destinations, COMMUNITY 6

Ayer, Working Gringa tuvo la suerte de ser invitada a almorzar en la Hacienda Yunkú. Así que compró tomates y mozzarella fresca en Costco, empacó su traje de baño y a URL, la perrita, y pasó por una amiga para el camino hacia Yunkú.

La Hacienda Yunkú es propiedad de norteamericanos que la renta por noche o por semana a quien tenga la suerte de conocerla. Una pareja puede quedarse a dormir ahí por lo que cuesta una noche en un hotel de ciudad grande. Pero este lugar no tiene nada de promedio, y un turista promedio probablemente no sabría ni cómo encontrarlo, mucho menos disfrutarlo.

Como no es una turista promedio, W. Gringa lo encontró y disfrutó muchísimo su tarde ahí. El camino desde Mérida hasta Yunkú toma como una hora, y es un placer y una aventura por sí mismo. Después de salir de la carretera principal hacia el sur, se atraviesan dos o tres pueblitos con niños jugando en los parques, una hacienda abandonada que se desmorona poco a poco bajo el sol, y árboles grandes que extienden su sombra verde sobre los centros de los pequeños pueblos. El pueblito de Yunkú parece medio dormido mientras lo cruzas rumbo a la hacienda que lleva su nombre.

Aunque era un día caluroso en Mérida, en Yunkú hacía fresco y corría una brisa agradable. Nuestros amigos ya estaban ahí, descansando en hamacas y sentados junto a la alberca, así que no perdimos tiempo y nos unimos a ellos. Nadamos, tomamos limonada fresca hecha con limones que habían sido recogidos esa misma mañana de los árboles, y vimos a los perros jugar.

Un rato después, sacamos el almuerzo: sobras de la noche anterior, unas cervezas frías Superior y una ensalada caprese recién preparada, y disfrutamos de una comida tardía en la terraza. Mientras comíamos, se soltó una tormenta que hizo crujir las palmas y levantó las hojas secas. Nos quedamos sentados viendo cómo llovía a nuestro alrededor. A Working Gringa le vino a la mente un proverbio mexicano que leímos hace tiempo en un gran libro que recomendamos mucho, Folk Wisdom of México: Qué bonito es ver llover y no mojarse. Traducción: ¡Qué hermoso es ver la lluvia sin mojarse!

Cuando terminó la lluvia, también terminó la tarde, y era hora de regresar a la ciudad. Los perros estaban rendidos, y los humanos, relajados y renovados. Yucatán había hecho su magia una vez más.